Crónica de un VIAJE EPICO!


En un universo muy lejano y hace mucho tiempo, dos amigos de toda la vida que se conocían desde los tiempos en que los dos andaban por todo el barrio en bicicletas BMX llenos de chollones, trazaron un maravilloso plan de realizar un viaje en moto como nunca habían imaginado. El plan sonaba divertido, osado, aventurero...casi como esos propósitos de fin de año que nos trazamos año con año pero nunca o casi nunca cumplimos por esto o por aquello.

Sin embargo, un buen día estos dos amigos lograron escapar a los hechizos de la todopoderosa rutina y llevaron a cabo lo impensable: apartar 3 días completos de su absorbente monotonía diaria para recorrer 1000 km por un sinfín de lugares del territorio nacional!

Sus ancestros aún cuentan la historia...


DIA 1: Martes 5 de enero, 2010

La noche anterior nos reunimos tarde, alrededor de las 11 p.m., para discutir los últimos detalles del inicio del viaje. Ambos dormimos poco, en parte por la emoción y porque nos acostamos tarde, así que no fue sorpresa amanecer con los ojos pegados en la nuca del puro sueño. Cuando llamé a Francisco, conocido en los bajos mundos de José María Zeledón y Curridabat como El Afko, resultó que se le habían pegado las cobijas más que a mí y que no íbamos a salir a tiempo.

Cuando El Afko pasó a mi casa en carro me apresuré por salir y no atrasar más el plan. De ahí nos fuimos hacia Paseo Colón para recoger en Wild Riders la moto de alquiler, una Suzuki DR 650 SE, mientras El Afko se iba a hacer las últimas vueltas para dejar lista su partida conmigo. Habíamos acordado que él iba a manejar mi Honda Tornado (250cc) y que yo iba a manejar la DR, ya que él conocía bien mi moto y yo quería matar fiebre con una moto de mayor cilindrada como la Suzuki en cuestión.

El asunto de la moto de alquiler se atrasó montones...hubo que cambiarle a última hora la cadena y hasta me tocó irme, con tal de ponerme en camino, con el velocímetro desconectado porque el cable venía reventado del último cliente que la alquiló. De salir de Wild Riders entre 8 y 8:30 a.m. pasamos a 10-10:30 a.m. La bronca es que aún tenía que regresar a mi casa a esperar al Afko y terminar de empacar para el viaje.

Tras lo que pareció una eternidad de decir esto, hacer aquello y empacar lo otro, nos encomendamos a Dios y salimos finalmente a mediodía rumbo a Perez Zeledón, a unos 130 km +/- de San José. Como este iba a ser el primer viaje largo del Afko, el consenso era no ir haciendo loco ni adelantar como desquiciados. Pues bien, no se trataba de dejar botado a mi mejor amigo y menos de dejarlo curado de andar en moto, así que la petición fue acogida sin problema. Aquí debo aclarar que la travesía iba a ser la primera de este nivel para Francisco, a quien le terminé de enseñar a andar en moto y luego lo llevé a sacar licencia A3 como a mediados del 2009. Esta iba a ser su iniciación, su prueba de fuego como motociclista, y no motociclista común, sino de larga distancia!

La primera meta del viaje era llegar a PZ. El recorrido transcurrió sin contratiempos, avanzando entre 50 y 80 km/h según las curvas y trazos del camino. El Afko recibió su primera lección intensiva de cómo maniobrar en curvas y contracurvas y de cómo realizar adelantamientos seguros siguiendo mis señales de mano y copiando lo que yo hacía.

La primera parada la hicimos para tomar fotos a la iglesia de Cañón (del Guarco de Cartago) y hacer unas llamadas y pasar mensajes de texto para dar reporte de sintonía a los amigos y familiares. Después nos volvimos a montar y seguimos. Poco faltaba para tomarnos un cafecito.



Al llegar a Chespiritos, el número 2, paramos a tomar fotos, comer algo y tomarnos un chocolate caliente y un café. Habíamos pensado que iba a hacer un frío de miedo al pasar por el Cerro de la Muerte, pero no fue para tanto: el día estaba despejado y muy soleado. Al final me aguanté el frío por pura pereza de parar a ponerme una camisa encima de la camiseta sin mangas que llevaba debajo de la jacket ventilada.

Y hablando de la jacket y del equipo que llevábamos, los dos andábamos jackets Hit-Air con airbag y protectores en los codos, hombros y espalda, a lo que sumábamos rodilleras, cascos modulares (a los que se les levanta el frente) y chalecos reflectivos. No se quedaban atrás las herramientas, dos tarros de infladores/selladores de emergencia para llantas marca Motul (después voy a hablar de estos productos), un neumático no. 18 para la llanta trasera de cualquiera de las motos y la posibilidad de llamar a INS Asistencia si algún percance nos hacía necesitar grúa. La planeación es fundamental en estos viajes largos.

De Chespiritos seguimos en ruta y alrededor de las 4 llegamos a Pérez, justo apenas para tirarnos el rollo de un borrachín camuflado detrás de las matas cerca de la banca donde nos sentamos a descansar y ver chavalas. Al ratito llegó la policía para decirle al mae que jalara, pero igual se siguió haciendo el tonto, hasta que finalmente entre 4 lo levantaron (mientras los otros 3-4 tombos se reían) y lo echaron en el cajón del "pickup". Tantos policías para levantar un borrachín
fue algo de proporciones como las de nuestro viaje, apenas para que registráramos la anécdota. Si esto sucediera en San José ahí si no lo vería con tan buenos ojos.

Nos fuimos entonces a la famosa Reina del Valle, parada ya obligatoria por tradición cada vez que voy a Pérez. Siempre cuesta agarrar campo en el balconcito del segundo piso, pero bien lo vale. Esta vez, fuera de los deditos de pollo empanizados de siempre y las Coronas de rigor pedí también unas alas de pollo a ver qué tal. El Afko por su parte no tenía mucha hambre, o al menos eso dijo varias veces, pero para variar se antojó de mi comida...uno de nuestros temas recurrentes. Una amistad de tantísimos años no puede dejar de tenerlos e inevitablemente algunos irán saliendo a flote mientras escribo.

Después de esperarnos más de dos horas, una por cada birrita, y haber aprovechado para disfrutar y tomar fotos de la flora y fauna local, nos alistamos para salir hacia Dominical (nada de manejar tapis ni medio tapis!). Ya eran las 6 y resto cuando nos enrutamos hacia el paso montañoso de cerca de 25 km.

De camino encontramos neblina, entonces recurrimos a una maña aprendida hace tiempo de ya no me acuerdo dónde: prender uno de los direccionales, el que sea más visible para los vehículos que transitan en el carril contrario, y no prender la luz alta (la luz rebota en las micropartículas de agua que forman la neblina y dificultan la visibilidad). Francisco entendió pronto la maniobra e hizo lo mismo. Además, para ir aún con mayor precaución, íbamos pitando justo antes de entrar a las muchas curvas del recorrido, para avisar de nuestra presencia en la estrecha carretera.

Después de cerca de 1 hora y 15 fuimos a salir ya a Dominical, a la Costanera Sur. Ya otros amigos me habían contado que lo que antes era un mar de guijarros de 45 km (Steven, uno de los socios de Moto desde Cero, y yo habíamos hecho ese viaje en Semana Santa 2009) ya estaba asfaltado y muy bien hecho. Menuda sorpresa entonces me llevé al salir del paso montañoso a una caminito de puro lastre gris que se extendía cerca de un kilómetro. Como a medio camino pasamos a echar gasolina a una bomba a mano izquierda y comprar algo de tomar. En estos viajes es importante estarse hidratando, más si se tiene en cuenta que tras mucho kilometraje uno empieza a entrar como en un cierto trance, en un ligero sopor, y a veces olvida que siempre uno se deshidrata.

Una vez que superamos el trecho de piedras, piedrotas y piedrecillas grises salimos a una carretera como no me la imaginaba: puro asfalto bien nivelado, cero huecos, cualquier cantidad de ojos de gato, demarcación horizontal y vertical...hasta carril de bicicletas!! Ya para entonces El Afko había ganado suficiente confianza para ir acelerando entre 80 y 120 km/h; yo por mi parte, aprovechando que ahora sí tenía espacio de sobra para probar la DR650 a ratos me pegaba del acelerador, dejaba botados uno o dos carros, y luego me hacía a un lado y bajaba la velocidad para que el Afko me alcanzara. La cagada fue que el velocímetro de la DR estaba malo, entonces asumo que cuando más rápido anduve la moto iba tipo 140-160km/h!!

Durante nuestro acelerado trayecto, a pesar de lo poco sorprendente que era no dejaba de impresionarnos y darnos mucha cólera la frescura e irresponsabilidad de tanto los ciclistas como motociclistas locales. Los primeros, andaban sin nada reflectivo ni puesto ni en la bicicleta; los segundos, a parte de no llevar chalecos ni casco muchas veces, tranquilamente iban en tríos como si las motos fueran para llevar 3 personas encima. El caso que más rabia nos dio fue el de un hombre, una mujer y un niño de menos de 5 años todos subidos en la misma moto y todos de la misma forma sin casco!! A mí estas cosas siempre me dan demasiada chicha, pero me reconfortó ver la reacción de Francisco ante el espectáculo...por lo menos no es nada más necedad mía.

Hora y media después llegamos a Jacó. No teníamos plan fijo para pasar la noche, pero ya una vez me había quedado con Henrik, un gran amigo noruego, en unas cabinitas medio camufladas en el patio del restaurante Wahoo's. Aunque estas cabinas ya no aparecen en la edición actual de la guía de viajes Lonely Planet de Costa Rica, en una anterior sí y así me di cuenta de la existencia del lugar, limpio y tranquilo para pasar la noche o unas cuantas. La noche para dos personas nos costó 12 000 colones y llegamos a bajar las alforjas de la Tornado y el bulto amarrado con mil ligas de "mi" Suzuki.

Para no hacer largo el cuento, no nos tomó mucho tiempo empezar la fiesta. Armados con una botella de Grant's fui a pedir un par de vasos plásticos con hielo a Wahoo's y brindamos con un wiskito por la ocasión y por los casi 250 km recorridos el primer día. El Afko estaba eufórico y yo no me quedé atrás. A pesar de la contentera, estábamos cansados, así que al final decidimos ir por unas birras a una licorera por ahí y después a Wahoo's por unos Jaeger Bombs y unas Coronitas micheladas.

Cuando nos dio hambre empezamos a pedir alitas de pollo a la barbacoa y la fiesta se mantuvo en todas. Al rato hasta me dio la nostalgia e hice una llamada de larga distancia a Finlandia para saludar a mi hermanilla menor, que está allá desde hace como 5 meses de niñera. Hablé un rato con ella, le conté en qué andaba, le puse al Afko un rato y luego nos despedimos. Ya para entonces la mesera se veía bastante interesante y voluptuosa al menos para mí.

Tras el último zarpe (lol!) regresamos a la cabina, a los 25 metros, hablamos paja un rato, especialmente de lo increíble que era, casi como de mentiras, que estuvieramos en Jacó pasando la noche y que hubieramos manejado como 9 horas de un solo leñazo. A lo último ganó el cansancio y los traguillos y me imagino que roncamos como cerdos hasta el día siguiente.


DIA 2: Miércoles 6 de enero, 2010


El Afko se levantó antes que yo y empezó a presionar para que me yo me despertara, pero me sentía tan cansado del madrugón del día anterior que el proceso se llevó su rato. Cero goma, tampoco fue para tanto, pero sí estaba cansado...ese agotamiento que se lleva acumulado. Después de alistarnos y recoger los chunches, nos quedamos hablando un rato con el chavalo de las cabinas, un mae buena nota que nos dijo que para una próxima visita que le avisáramos para tratarnos tuanis. Con las motos ya aparejadas el siguiente asunto era ver qué y dónde íbamos a desayunar.

Para no perder tiempo ni gastar demasiada plata sugerí que pasaramos a algún supermercado a comprar algo de fruta, galletas y yogur, para iniciar el viaje livianos y llegar con buena hambre a Liberia. Luego de entrar por turnos al supermercado, agradablemente fresco a punta de aire acondicionado, y ser el espectáculo con nuestros impresionantes trajes de motociclista y chalecos reflectivos, nos sentamos a comer a la entrada del supermercado, frente a la acera donde habíamos parqueado las motos.

Una vez que terminamos enrumbamos hacia Caldera, donde paramos a tomar unas cuantas fotos y tomar bebida hidratante. De ahí agarramos Interamericana a Liberia de un solo tirón. Habíamos salido de Jacó como a las 12:15pm y llegamos a Liberia a las 4. El consenso fue ir a comer algo rápido al Food Mall, donde nuevamente fuimos el espectáculo de los guardas y los otros comensales del local. A la salida hasta le dio al Afko por tomarse una foto con el circunstancial chancero local, arrebato del cual me reí a lo grande tras enmarcar el excéntrico recuerdo.

Después de haber llenado la tripa, El Afko me llevó a dar un mini tour de los lugares donde el había vivido y trabajado en sus tiempos de estudiante de Medicina en Liberia. Fue bastante interesante ver a mi amigo reconstruyendo y relatando historias de aquellos tiempos en que estábamos en lo más y mejor de nuestros años universitarios, tan distintos los míos de los de él.


Seguimos en ruta hacia el dorado atardecer...Filadelfia, Belén, Santa Cruz, Nicoya. En Nicoya pasamos al Palí a comprar refrescos hidratantes y de paso aprovechamos para conseguir cinta adhesiva para pegar los chalecos reflectivos a la parte trasera de nuestros bultos y así hacernos más visibles. En ese parqueo le ofrecí la DR al Afko para que probara un peso parecido al de la Tornado pero con más potencia...para que se le hiciera la boca agua! No tardó mucho en darse cuenta de porqué yo quería alquilar esa moto...

Una vez listos salimos, tipo 7:30pm, como una exhalación en ruta hacia el Puente, a un promedio de 80-100 km/h, aprovechando el poco tránsito. Tras cerca de media hora de viaje y a pesar de que pasamos por ahí muy rápido, no pudimos dejar de sentir algo de curiosidad al ver el famoso nightclub justo antes del cruce hacia el Puente. Cero intenciones de portarnos mal, algo de morbo y mucha sed de una fría, nos regresamos y subimos la lomita de lastre hasta llegar a la entrada del chante.

Un chavalillo nos recibió y nos indicó donde parquear las motos. A pesar de la penumbra y la escasa luz emitida por los fluorescentes ultravioleta no dejamos de pegar brillo al entrar al local, con nuestros bultos enchalecados y las jackets con material reflectivo. A la izquierda había toda una horda de muchachas de todos los colores, formas y tamaños que la poco luz dejaba imaginar, pero si acaso les picó la curiosidad se la aguantaron muy bien.

Pedimos un par de Heineken y sinceramente estábamos más interesados en llegar a un acuerdo satisfactorio sobre dónde íbamos a pasar la noche que en esforzar la vista para ver a las muchachas que estaban al fondo, en la barra. La verdad es que ya a los 30, al menos para nosotros dos, ya no hace la misma gracia entrar a un lugar de estos...para eso fueron los 20!

Estábamos en esas viendo si parábamos el viaje en Las Juntas de Abangares o si nos mandábamos valientes hasta Monteverde, calculando llegar al último lugar antes de las 11 p.m., hasta que una chavala jovencita, bastante guapa y a todas luces guanaca se nos acercó silenciosamente para ver qué tanto hacíamos y si queríamos compañía. Cuando le contamos la historia nos hizo un par de sugerencias de hospedaje, volvió a insistir en brindarnos acompañamiento y, tras darse cuenta de que no estábamos en la misma onda, se despistó a los minutos.

Menos mal porque al menos a mí me estaban distrayendo ya bastante sus atributos, pero a la vez me interesaba más resolver la situación del viaje...estabamos tan cansados que llegar a Monteverde y no encontrar hospedaje no era una posibilidad muy alentadora! Finalmente decidimos intentar el ascenso a Monteverde y, en el peor de los casos, de no encontrar dormida, bajar hasta Las Juntas de nuevo para pulsear en algún otro lado. Nos terminamos la birra, pagamos, nos despedimos de las chavalas a la entrada y jalamos. A decir verdad creo que entramos a ese lugar más por tener qué contar luego que por otra cosa...el Viaje Epico nos llamaba incesantemente a continuar por la carretera.

Esta vez apretamos la marcha más que en el trayecto anterior. La recta se nos abría con sus abundantes ojos de gato y nos hacía pensar que íbamos piloteando de noche y a toda velocidad uno de esos aviones de combate de la Segunda Guerra Mundial. Durante el recorrido y en varias ocasiones no faltaron los carros solitarios que sobre la estrecha franja de carretera querían que nos quitáramos para que ellos pasaran. Bonita cosa! Como a esos cabrones igual les da si nos caemos o nos malmatamos por darles campo en esa pasada de un solo carril, le hice señas al Afko de adelantarse mientras yo me quedaba entorpeciendo el paso del impaciente vehículo de atrás.

Así nos fuimos durante buena cantidad de kilómetros hasta que tuvimos más calle para hacernos a un lado seguramente y dejar pasar a los agresivos choferes que nos venían hostigando. Si hay algo que me encabrona de los carros es ese crónico irrespeto hacia las motos y las estupideces que cometen hacia nosotros cada vez que pueden. No hay santos ni en carro ni en moto, pero nosotros los de las dos ruedas la pagamos más caro en un accidente!

Al llegar al cruce de Limonal, a pesar de que las dos motos aún tenían suficiente gasolina, decidimos mejor parar en la bomba y llenar tanques, especialmente por el consumo de la DR, que cerca de los 170km recorridos pedía abrir reserva (la Tornado aguantaba como 30 km más).

Una vez en Las Juntas nos fuimos siguiendo los rótulos y tuvimos que preguntar un par de veces por la ruta para empezar a subir a Monteverde. Ya eran como las 9 y media de la noche y aún seguíamos errantes sobre nuestras cabalgaduras de acero, cada vez pensando más si iríamos a tener problema para encontrar donde dormir.

Empezamos el ascenso del caminito sinuoso pero asfaltado que en realidad yo no recordaba de mi primera vez en Monteverde unos 9 años atrás. En mi imaginación era puritico lastre y piedras, pero el asfalto, al menos hasta donde durara, nos iba a ayudar a llegar más pronto.

A decir verdad, el lastre y las piedrecillas no se hicieron esperar tampoco demasiado. Seguimos subiendo por las sinuosas veredas de una noche oscura hasta que un ejército de gotitas de agua nos hizo parar a ponernos las capas. Fue una buena decisión porque el agua, a pesar de ser poquita, no dejó nunca de caer. Seguimos avanzando, pitando en las curvas, con la luz alta y un direccional puesto para hacernos más visibles, hasta que el camino poco a poco se iba haciendo una melcocha de barro. Consciente de las limitaciones de experiencia del Afko y de las mías de conocimiento del camino, íbamos avanzando como a unos 20-30km/h...adelante yo para ir explorando y señalando el recorrido.

15 km llevábamos ya subiendo hacia Monteverde y aún nos quedaban otros 15, pero sucedió lo impensable! Una experiencia que ni siquiera yo, con mis actuales 70 000km de ir y venir había enfrentado con tal intensidad...menos aún El Afko! Lo que no nos mata nos hace más fuertes...

El cambio de escenario fue despiadado: de venir sorteando caminos lastreados y miles de gotitas de lluvia a salir a un claro donde la falta de laderas y el cubierto de las montañas circundantes nos hicieron de un segundo a otro presa fácil de la furia del viento nocturno. La intensidad de las ráfagas de por lo menos 80km/h fue tal que nuestras motos se vieron arrastradas como juguetes hasta el borde del camino, muy cerca de una zanja.

El rugido del viento era ensordecedor y las gotas de agua nos pegaban tan fuerte en la cara que tuvimos que bajarnos del todo la visera del casco. En la lucha por no caernos de la moto nos inclinamos todo lo que pudimos para ofrecer un menor perfil, pero era una batalla perdida...cuando volví a ver al Afko, que se encontraba detrás mío a dos metros, ya estaba tratando de sacar las piernas que quedaron debajo de la moto para ver cómo se levantaba.

Cuando comprobé que no le había pasado nada a mi amigo le grité a como pude que cerrara pronto el tanque de gasolina para que la moto no se ahogara y nos fuera imposible arrancarla de nuevo. Actuamos rápido, así que encender el motor después no fue difícil, al menos no más que levantar la moto y sostenerla mientras tratábamos desesperadamente de dar la vuelta para guarecernos en las laderas de dónde habíamos venido, unos 50 metros atrás.

Poco importó que el Afko pesara unos 100 kilos y que llevara una moto de 135kg o mis 85 kg sobre la DR650 de cerca de 150kg...un par de minutos después de haber ayudado al Afko, me llegó el turno de probar suelo. Ya casi había dado la vuelta con la DR cuando una ráfaga fulminante me hizo perder el precario equilibrio y la moto y yo nos fuimos hacia abajo.

Me costó un mundo volver a levantar la moto y sólo para seguir expuesto en el peor ángulo a la fuerza de los vientos infernales que no nos daban un segundo de descanso. Ya teníamos como 15 minutos o más de estar varados tratando de regresar cuando, de la nada, apareció nuestro ángel guardián en forma de pasajero colombiano montado en taxi rural a las 11pm.

De la nada apareció un carro, un taxi Mitsubishi Montero, que iba camino a Monteverde. El chofer nos vio y, o no se dio cuenta de que estábamos en aprietos o le valió un recarajo. Ya iba a continuar el taxi su recorrido cuando el pasajero le dijo algo al taxista y le hizo señas de que se devolviera a ayudarnos. El taxi echó reversa y se cuadró entre nosotros y el viento huracanado que tan mal rato nos había hecho pasar y como por arte de magia la furia eólica pareció desaparecer.

Nos terminamos de acomodar y el taxi se fue lentamente en reversa escoltando al Afko de regreso al punto donde los vientos no azotaban el camino; después regresaron por mí y de nuevo se fueron despacito tapándonos a la moto y a mí hasta donde estaba El Afko. Una vez a salvo y bajo cubierto no pudimos menos que deshacernos en agradecimientos hacia el buen parcero que en vez de reírse de nuestra desdicha o haber seguido recto nos echó una mano (o un taxi!) para sacarnos del atolladero. Nos despedimos y cada quién continuó por su camino: el taxi de subida y nosotros de regreso a Las Juntas.

Bajamos súper rápido los 15km y localizamos posada. Entramos a ver si tenían habitaciones y nos dijeron que sí y, para hacerla mejor todavía, en el mismo lugar tenían un bar ranchito al lado de un lago. Después de acomodar las motos a las afueras de la cabina y de tirar los chunches en la cama nos fuimos al bar a terminar de bajarnos el susto y la impresión con las birras de rigor. No era vara que nos habíamos llevado un susto de la Grandísima! Pedimos unas alas de pollo para matar el hambre acumulada desde que comimos en Liberia 7 horas atrás y seguimos incrédulamente comentado lo que acabábamos de experimentar en el ventolero infernal. Había otra gente, un grupo de amigos y amigas, tomando birra también y contando historias, mientras el chavalo del bar y su esposa argentina atendían y preparaban comida.

Al terminar en el bar pedimos unos vasos con hielo y nos fuimos por el zarpe a la cabina, donde teníamos la botella de Grant's. Continuamos hablando paja, mientras veíamos tele y todavíaaaaa no nos creíamos la experiencia épica que estábamos viviendo...Finalmente nos dormimos a la hora del Burro bien entrada la madrugada.


DIA 3: Jueves 7 de enero, 2010

Cuando amanecimos al día siguiente, empezamos a alistarnos para seguir el recorrido. Lavamos las capas, las botas y las dejamos secando un rato bajo el fuerte sol de casi mediodía, mientras un montón de carajillos entraban y salían de la piscina que nos dimos cuenta que también había en el lugar.

Aún estábamos tratando de decidir por dónde íbamos a proseguir la ruta, habiendo descartado ya subir a Monteverde, cuando el chavalo de las cabinas llegó a conversar un rato. Le contamos del ventolero que casi nos lleva la noche anterior y nos dijo que no era nada inusual, pero que de día generalmente no había problemas para subir a Monteverde. Después de un rato, entre lo que había dicho el compa y la hablada que le eché al Afko, logré venderle la idea de no irnos derrotados y volverlo a intentar, que en el peor de los casos pues nos volvíamos a Las Juntas otra vez y jalábamos por cualquier otro lado.

Con esa consigna, le pedimos al chavalo que nos tomara unas fotos, nos despedimos y nos fuimos. De día fue completamente otra cosa: subimos con mayor rapidez, tomamos fotos y, al llegar al controversial kilómetro 15, me bajé de la moto y caminé por el claro de la noche anterior para medir los vientos.
















Como no había corrientes fuertes regresé por la moto y el Afko, aún algo dudoso, hizo lo mismo. De ahí a Santa Elena/Monteverde no nos tomó mucho tiempo llegar. Tras varias vueltas de reconocimiento, tomarnos fotos frente al Ranario y ver cuál de las muchas opciones de comida íbamos a tomar, terminamos pidiendo almuerzo casero al lado de la Iglesia de ahí en el centro.















El Afko en Tornado Yo, Rodrigo, en DR650




















Después de comer y tomarnos unos cafecitos para no irnos con la marea alcalina a "full" salimos del centro al cruce que queda unos kilómetros de bajada y que lleva a Tilarán, nuestra próxima parada. Poco sabíamos que el recorrido de 37 km a Tilarán también nos traería una o dos cosas más que apuntar a la lista de aventuras y anécdotas...
















Empezamos a rodar sobre los caminos de lastre, velocidad promedio de 25-30 km/h. La idea era ir tranquilos, disfrutar del paisaje y no dejar botado al Afko (a pesar de que ya había andado un poco sobre lastre a la salida de Dominical hasta salir a la nueva Costanera, aquí el trayecto iba a ser más largo e irregular). Todo iba bien hasta que la DR empezó a toser y jadear a medio camino...gasolina! Durante los días anteriores del paseo ya venía notando que la moto venía pidiendo abrir reserva al llegar a los 170 km recorridos, cerca de 20km menos que la Tornado. Sería de la costumbre de andar siempre mi Tornado que aún venía con la idea de que me iba a durar más la gasolina en la DR...De todas formas no había problema, pensé, aún podía "ordeñarle" un poco de gas a la Tornado para llegar a Tilarán y de paso enseñarle al Afko otro truco de perro viejo. Cerramos la válvula de paso de combustible de la Tornado, zafamos la manguerita y, con una botella de Powerade que llevábamos a mano para estas contingencias, empezamos a abrir la válvula de combustible y a chorrearlo lentamente y con cuidado sobre la botella de plástico de 600ml. Habiendo hecho cálculos rápidos sobre el kilometraje recorrido por la Tornado desde la última llenada de gas y el rendimiento que nos iba a dar la gasolina restante luego de la ordeñada para mi DR, alistamos la Tornado y continuamos el recorrido. Todo hubiera estado bien, pero...siempre hay un pero!

Seguimos andando por los polvorientos e irregulares caminos, acercándonos cada vez hasta Tilarán. Manteníamos el paso constante, hasta que más adelante, faltando varios kilómetros de bajada pronunciada, el Afko me pidió que paráramos un toque para revisarle la llanta trasera.  Mientras él se terminaba de detener con la moto de cara a la bajada, yo di una vuelta en U lenta y precisa para dejar la DR contra el declive y en 1era., para luego bajarme a revisar la Tornado...Entonces, para rendirle tributo a uno de los tipos de caída más sin gracia pero a la vez común, se me resbaló el pie izquierdo y me fui cayendo en cámara lenta con todo y moto, como patito de tiro al blanco. ****! De salado, como estaba haciendo tanto calor, me había cambiado el pantalón con rodilleras a un jeans corriente y al caer me golpeé y raspé la rodilla izquierda. Pues al final no pasó nada, tampoco fue que pegué la rodillera sin protección sobre una piedrota o que me quebré ni nada, pero es para que vean ustedes que uno nunca sabe. Hasta yo me fui pollo con el consabido "a mí no me va a pasar". En mi defensa diré que el calor era demasiado, no íbamos a más de 30 por hora y, como el pantalón que no andaba puesto es tan incómodo de jalar en el equipaje, ya no me quedaba campo para llevar rodilleras aparte (prefería que las llevara el Afko por ser menos experimentado, irónico, no?). Más fue el orgullo herido, las palabrotas y el colerón que el golpe mismo. En fin, levanté la moto, me sacudí el polvo, le revisé la llanta a la Tornado, que no tenía nada, y seguimos la cuesta de bajada...hasta que mi moto empezó a hacer feo otra vez...ya no había gasolina!

Aproveché entonces la pendiente hasta donde fue posible y luego empecé a empujar con una pierna. Ya para ese entonces el Afko se había dado cuenta de la situación y nos detuvimos a la pura entrada de Tilarán, en las afueritas del pueblo.  Después de escuchar al Afko rezongar por mi leve error de cálculo y de decirle que me diera la Tornado para subir al centro por gas mientras él cuidaba la DR y los chunches, me puse en movimiento de nuevo.  No sólo me di cuenta ahí de que la Tornado andaba la manivela torcida por la caída de la noche anterior sino de que medio kilómetro de donde dejé al guevón del Afko...me volví a quedar sin gas!!!  Por lo visto, el mal cálculo del gas fue doble y fue ahí donde las cosas se me pusieron cuesta arriba...LITERALMENTE!

Sumido en la incredulidad y madreando por lo bajo, lo único que me consolaba era que la cuestota gigantesca que me iba a tocar subir empujando la moto no iba a ser con la DR650, unos cuantos kilos más pesada que la Tornado, pero igual era consuelo a medias.  Para los observadores, necios todos para ofrecerle ayuda al pobre mae que iba subiendo la cuesta y sudando como degenerado, debió haber sido muy divertido. Tras al menos 20 minutos de estrenuosa subida, ya me había quitado toda la armadura motociclística y la había amarrado con las ligas al asiento trasero de la moto. El casco tuve que llevármelo puesto por falta de lugar dónde ponerlo, así que sentía como las espumas se iban chupando la mayor parte del sudor que me bajaba de la cabeza y ya me enchilaba los ojos.

Y fue hasta el puritico final de la endemoniada cuesta (si entran alguna vez a Tilarán desde donde veníamos van a entender de qué hablo) que un alma caritativa, una chavala que iba pasando en su carro café, se paró a preguntarme qué me había pasado. Le conté entonces que había tenido la mala suerte de quedarme sin gas al puro pie de la cuesta y que el otro compa estaba aún más lejos en la misma situación, que yo era la última esperanza de la Humanidad y de nuestro Viaje Epico para conseguir gas de nuevo y que si sabía por dónde quedaba la bomba más cercana.  La muchacha, lástima que no era mi tipo, se ofreció entonces a ir a conseguirme gasolina mientras yo me reponía del ingente esfuerzo. Como casualmente había un taller de motos a los 25 metros de la subida, fui a pedir un envase y embudo y le di 2000 colones a la buena samaritana.  Al rato regresó la chavala con el envase lleno de gasolina y tras agradecerle en repetidas ocasiones su gran ayuda (la bomba estaba aún como a 300 metros y no a la vista), reabastecí la moto, devolví las varas al taller y jalé a buscar la estación de servicio para terminar de llenar el tanque.

Tras llenar el tanque como con 4 rojos más deshice el camino para ir a encontrar al Afko y volver a cambiar de motos.  De nuevo tocó realizar la famosa maniobra de ordeño y trasvase de gasolina, hasta que logramos que la DR volviera a rugir como con litro y medio de gas, suficiente para llegar a la bomba otra vez y asegurarnos que ambos íbamos con el tanque hasta el hocico de combustible. Ya se nos había venido encima el atardecer para ese momento y cada vez se hacía más evidente que no íbamos a llegar temprano a San Carlos para cenar con mi Tía Olga, a quién desde la mañana le había avisado que íbamos a pasar saludando.

La oscuridad, la neblina y las gotitas de lluvia no tardaron en darnos la bienvenida mientras empezábamos el sinuoso camino que rodea la Laguna del Arenal. Al menos ya el Afko iba más despabilado con las neblinas anteriores a lo largo del viaje y ya me copiaba cuando yo prendía una direccional para hacernos más visibles y cuando tocaba el pito antes de las curvas por sí venía otro vehículo. Tardamos cerca de dos horas en hacer el camino hasta La Fortuna, donde no valía la pena detenerse siquiera por la poca visibilidad que aún nos envolvía y nos iba a seguir atrasando el recorrido.

Varios kilómetros adelante la neblina desapareció, pero no así la lluvia. Cada vez íbamos llegando más cerca de Ciudad Quesada (San Carlos), pero como tenía rato de no andar por esos lares y menos de noche, me equivoqué en algún tramo del camino y nos perdimos.  Lo que bien hubiera sido un viaje de hora u hora y resto se extendió a poco más de dos horas. Preguntamos varias veces a gente que encontramos de camino y, o no sabían bien por dónde guiarnos o no les supimos entender, pero todavía deambulamos un poco más hasta que...eureka!, empezaron a aparecer rótulos que nos encaminaron hasta finalmente llegar a Ciudad Quesada.

Ahí no terminaba la aventura de llegar a la casa de mi tía, ya que desde el centro de Ciudad Quesada yo no estaba muy seguro de la ruta a seguir.  Tomó un par de llamadas y otro poco de vueltas ir acercándonos al blanco, hasta que al fin pudimos llegar a donde mi Tía como a las 9 y media de la noche. Aliviados y con mucho qué contar, nos quitamos las enojosas y empapadas capas y las dejamos colgando de las motos. La Tía, que es una gran cocinera, ya nos calentaba la deliciosa pizza que nos había hecho desde la tarde.  Nada mal para un par de viajeros muertos de hambre!!

Después de haber comido nos despedimos de mi Tía Olga y empezamos de nuevo a echarnos encima el el equipo de protección y todos los chunches del equipaje, listos para emprender el viaje de bajada desde San Carlos hasta Chepe...los últimos 100 km de nuestro Viaje Epico! A las 11 pm nos pusimos en ruta.






(Continuará...)








Interesad@ en sacar licencia? Consejos para escoger su primera moto? Cómo ir dando los primeros pasos? En el blog hay mucho más de lo que se ve en la primera página, así que l@s invito a ver las otras páginas en "Entradas antiguas" al puro pie de cada página y a seguir el blog. Me pueden contactar al 8814-9694.

10 comentarios:

  1. Sorry pero lo de los adelantamientos hardcore ya lo habiamos practicado cuando fuimos a Tamarindo. Y lo de las senales de mano te las ensene yo y las saque del argot biker cuando se maneja en caravana. De todas maneras buena nota que hayan podido pegarse ese ride.
    Saludos

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  2. Ja, ja, ja! No jodás, siempre vos sabelotodo como si yo hubiera aprendido a adelantar únicamente hasta la vez que nos pegamos aquel paseo en que tu moto se nos cagó en el "ride"...lol.

    Sí, mae, vieras qué bien logrado estuvo el paseo. A ver si en una de tantas metemos al Afko y te apuntás vos también...(bueno, no, se me olvidaba que a vos no te dan permiso) Mamón! : )

    R.

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  3. Que tuanis mae!! Ya me dieron ganas de irme un dia con Uds de paseo.

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  4. Puta mae está interesante el ride, sobre todo la fiestica nocturna a ver si me invitan a uno de esos viajes...

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  5. Ja, ja, ja! Buena nota, Dragonryu y Autoportones! Aro, en una de tantas se nos pegan a un paseo, fiestica y todo incluida.

    Ya empecé a escribir el Día 2. Apenas esté listo lo subo. Sigan en sintonía!

    R. :)

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  6. Que bueno está esa vara del club nocturno, varias veces he pasado por ahí pero no me he animado a entrar, a ver si un dia de estos me invitan a un viajesito de esos dicen que por allá por Guápiles hay uno muy bueno y por si acaso yo conozco unos en Liberia jajaja, bueno pura vida...

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  7. Finalmente terminamos el Día 2 y dejamos comenzado el 3. Poco a poco y con paciencia, que fueron muchas experiencias que narrar. Sigan en sintonía!

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  8. estaba leyendo interesado el viaje pero ya no hay mas espero que lo acabe para terminar de leer las anecdotas y aprender un poco mas de cosas para andar en moto, por otra parte le digo que seria bueno que hagas un motoclub que permita todas cilindradas ya que con mi pulsar 180 no puedo entrar a la mayoria de clubs que son de alta cilindrada y la idea de un club de motos bajaj ya alguien la tubo pero no a tenido mucho crecimiento y me parece mas seguro ir a viajes con gente que sepa verdaderamente lo que esta haciendo y me enseñen nuevas cosas sobre andar en moto que con gente que se une sin planificaciones

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  9. Hola, Anónimo!

    Sí, qué fallo no haber terminado aún el Día 3. Desde hace una semana bajé la cantidad de horas de mi trabajo, entonces me queda más tiempo libre para dar clases de manejo y escribir en el blog. Si Dios permite en menos de una semana debería tener listo el tema completo.

    Lo del Moto Club sería muy tuanis, pero como siempre sigo trabajando fines de semana lo veo poco viable, al menos por ahora. Una que otra vez que me toca salir de San José a hacer prueba de manejo con algún alumno le aviso a algunos ex estudiantes para que se unan a la comitiva, como Christopher, que la vez pasada se fue conmigo a Pérez por dos A4.

    Le recomiendo el Club de Tico Racer para esos paseos en moto. Escríbame a Motodesdecero@gmail.com y páseme un celular y ahí yo lo ayudo a conectarse con mis compas motorizados de Tico Racer. Ahí no hay distingo de marca ni cilindrada y el último paseo (de los pocos a los que logro ir) a Montezuma estuvo muy chiva.

    Saludos,

    R.

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